Invertir el orden del poder

Para poder invertir el orden del poder, hay que tener el conocimiento de como se mueven las energías. Sabiendo que en el cuerpo humano existen lo que se ha llamado los Chakras que son las entradas y salidas de la energía en él.


Pues, para que se pueda invertir dicho poder, hay que tratar las cosas desde el primer Chakra que es el sexual. Todas las cosas imaginables pasan por este primer Chakra, no hay nada que pueda saltarse este primer paso, sea lo que sea.


A que nos referimos cuando decimos invertir el orden del poder, en este caso nos referimos a las relaciones entre las parejas.


Cuando en una pareja hay una buena armonía con una buena relación, seguramente no hay necesidad de invertir nada, pero si no la hay por falta de respeto hacia la otra persona o algo similar, seguramente se necesitará hacer este cambio invirtiendo los poderes. Pero primero hay que poner a cada cual en su sitio en esta relación y querer solucionar las cosas.


Visto lo visto en esta humanidad distorsionada, lo más fácil es romper la relación, ¿Y si por algún motivo oculto no puedes romper la relación?

(también hay casos que deben romper la relación por alguna cuestión mayor.)


Si es el caso, y existe una guerra de poderes en la relación de la pareja, está claro que para vivir con cierta armonía una de las dos partes deberá optar por la sumisión a la otra persona. Llegado a este punto, la persona dominante sería la que marcaría el que hacer con todos los aspectos de la relación.


Este cambio de poderes también se verá reflejado en las relaciones sexuales. Entramos en la parte seguramente más conflictiva que será cuando un hombre se someta a la mujer. Si hasta ahora el hombre tenía ciertos problemas en este tipo de relación a un nivel general, ahora puede ser peor o según como se mire puede ser mucho mejor, ya que la mujer dominará cuando y como tener la relación.


El hombre tendrá que ceder en todo lo que le diga ella, incluso en la postura que tendrán al realizar la copulación. Esto para una mujer tendría que ser algo importante, ya que de no tenerlo en cuenta realmente no habrá una inversión de poderes.


Hay una postura la más tradicional conocida como la del ermitaño que es (sin darnos cuenta) la postura del poder del hombre, en la que el hombre con su falo erecto penetra al templo de la mujer sometiéndola. El falo es el símbolo del poder masculino y nunca si es la mujer que lleva el poder tendría que permitir dicha postura. La mujer si es así, no debe yacer debajo el hombre, si no estar arriba, dominando la situación.


Esto fue simbólicamente el motivo por lo que Lilith se separó de Adán, por la guerra de poderes establecida en aquellos momentos.


En esta humanidad si la relación lo permite, en el caso que nos ocupa, el hombre debería aceptar el intercambio de poderes y llevarlo hasta el extremo necesario según convenga en el caso que hubiere. Cuando nos encontramos casos difíciles en los que se quiere realizar las cosas de forma correcta y no puede llegar a someterse debidamente a la otra persona, se deberían tomar cosas extremas. Esto es debido a que el hombre tiene como identidad personal la sintonía del Macho, y que realmente no deja de ser el macho cabrío (cierta maldad en el hombre), el estereotipo del hombre de esta humanidad. Y para que realmente haya un cambio de poderes el macho debe desaparecer.


El hombre macho tiene un templo también, el que, si la mujer no consigue deshacerse de ese macho que tiene su hombre, tendría que pensar en penetrar su templo con un falo (con arnés) y de esa forma terminar con la supuesta hombría de ese macho. No olvidemos que los machos tienen en muy alta estima su templo. A partir de entonces se pensará muy en serio lo de ser macho e incluso al miedo de ser humillado.


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